Te queda bien esa autenticidad.
He visto tu cara brillando
en una multitud de gente,
y me preguntaba
cuánto corazón hace falta
para sonreír de esa manera.
Te pregunté:
¿cómo se conquista
la cima de la alegría?
Y me dijiste:
Sin pisar ni una sola flor,
y sembrando
árboles frutales
por el camino.