Las flores amarillas, los cuervos, los lagos.
La vida cobró sentido cuando viniste a buscarme.
Como un pájaro escondido en un seto o en un árbol, cantas.
Y yo escudriño entre las ramas los frutos de tu canto.
Brilla tu alma desde lejos, casi temo vislumbrarla.
Perla desenterrada, tesoro prometido,
tú. Yo;
corazón herido, esperanza, duda y ganas.
Se abre el cielo y se agitan mis alas.
Se cae el peso por la gravedad de tus pisadas.
Sueño, vivo y pienso para llegar a tu regazo
idílico y legendario.
Muéstrame lo que tienes escondido entre tus manos
y yo prometo no estorbar en la armonía de tu espíritu.