Ando haciendo equilibrios por encima de mis muros. Los
árboles del otro lado me llamaron la atención con sus frondosas copas. He visto
otras personas que parecen conocer esos caminos y disfrutan saltando entre
lianas.
Antes vivía en mi castillo, colocaba flores, tenía mis setos. Antes me afanaba en escribir mis frases, colocarme el pelo. Pero mi reino quedó chico y los miedos que me ayudaron a construir sus muros estaban débiles a causa del aburrimiento. Comencé a explorar jardines y a trepar por los ladrillos. Así, llegué incluso a saltar la valla. A veces me hice daño, me raspé, me doblé un tobillo. Otras veces encontré flores nuevas, e insectos que me apresuré a llevar a mi castillo.
Antes vivía en mi castillo, colocaba flores, tenía mis setos. Antes me afanaba en escribir mis frases, colocarme el pelo. Pero mi reino quedó chico y los miedos que me ayudaron a construir sus muros estaban débiles a causa del aburrimiento. Comencé a explorar jardines y a trepar por los ladrillos. Así, llegué incluso a saltar la valla. A veces me hice daño, me raspé, me doblé un tobillo. Otras veces encontré flores nuevas, e insectos que me apresuré a llevar a mi castillo.
Hice amigos, por suerte, tanteando las afueras. Algunos
viven en sus charcos, panales y madrigueras. Esos no me ayudaron mucho a
expandir mis ideas. Otros son pájaros que sólo se refugian en sus nidos cuando
les es estrictamente necesario, y van volando de un lado a otro. Son los que me
traen vientos nuevos. Pero sea como sea, al final siempre vuelvo a mi reino, y
como mucho paso el tiempo haciendo equilibrios por encima de mis muros.