domingo, 11 de diciembre de 2022

La reina del autoengaño

Con la sonrisa abierta de oreja a oreja
que oculta grietas del pecho al alma,
el sueño difícil, y la risa fácil como reclamo.
La yonki de la aceptación social,
la actriz que sobreactúa tanto
que no deja silencios para que el público
se de cuenta de la calidad real de su discurso.
La que oculta soledad con falsos amigos;
tristeza, con mucho ruido;
carencias, con pobre astucia;
temblores, con bailes
e ignorancia, con nuevas modas.
La que se mofa de todos pero
no es capaz de reírse de sí misma.
La que, cuando por fin logra reírse de sí misma
tiene que meter más gente en el mismo saco,
porque mal de muchos es consuelo de tontos.
La que pasa por delante del espejo o de una cámara
mirándose, pero sin verse, por que sólo
por una milésima de segundo cada día
puede verse y se avergüenza, y se lamenta
de que no existan filtros para el autoestima.
La que grita con sus ojos tristes
que necesita amor propio y aprobación ajena,
mientras su boca y sus manos ríen a carcajadas,
haciendo grandes ruidos y aspavientos,
como si dentro de ella se estuviera librando
la más cruenta de las batallas.
Aunque más que una batalla,
a mí me parece un secuestro.
Su verdadero yo es un rehén
que lucha entre su ansia de libertad
y su complejo de edipo.
Atrapada entre querer ser ella misma
y el miedo a no ser suficiente.
Condenada a perseguir un estereotipo
esculpido a imagen y semejanza
de youtubers y otras modelos de conducta
que no son ni más ni menos,
ni mejores ni peores,
sino diferentes a ella.
Y lo siento mucho, amiga mía,
niña rota, mujer a la que le falta un hervor,
pero tú solo puedes ser tú.
Así que agárrate la falda,
remángate la camisa,
átate el pelo,
apriétate el cinturón,
y ponte al duro trabajo
de ser fiel a la verdad.
Pero recuerda que,
como una vez leí por ahí:
La verdad te hará libre,
pero no sin antes acabar contigo.


¿Estás buscando algo...

...que no te atreves a encontrar?

La clave

El corazón es la clave

e imposible es entenderlo.

Atendiendo a la razón

se nos bloqueó el cuerpo.

El corazón es la llave 

y doy gracias por tenerlo.

Me es imposible no escucharlo y,

tarde o temprano, obedecerlo.