sábado, 26 de agosto de 2023

Tu alma debe ser un pájaro

Me he enamorado de tantas caras

que ni siquiera puedo contar.

Pero ninguna era la tuya.

Tu cara tiene forma

de noche estrellada,

de rosa roja fresca,

de pasta recién hecha

y de aroma de azahar.

Tu cara es tan brillante

que no consigo verla,

y su fulgor se refleja

sobre la superficie del mar.

Eres la Luna, o la Luna soy yo

y tú eres el Sol que me alumbra

y, cuando mueras,

morirá toda la vida

sobre mi planeta Tierra.

Me he enamorado de algunas almas,

y la siguiente será la tuya,

a la que aúllo por las noches

y no recuerdo de día.

Tu alma es un lucero,

es un pájaro carpintero

que taladra con su pico

las maderas de mi cuerpo.

Tu alma debe ser un pájaro

porque yo siempre tuve alas

y siento que estamos hechos

para volar más allá.

Más allá del horizonte

del mar que vemos.

Más allá del ruido y de las luces

de la ciudad.

Volaremos,

cuando me enamore de tu alma

y tú reconozcas la mía

como reina de tus reinos

y me quieras besar.

Pero mis labios estarán ya ocupados

recorriendo tu cuerpo

y en una danza torpe e improvisada

nos tendremos que encontrar.


(Hay un rincón de mi alma que ríe, 

y es que creo que ha encontrado un resquicio, 

una grieta en una puerta 

por la que manda mensajitos 

y se comunica con tu alma 

desde hace tiempo ya.)

domingo, 20 de agosto de 2023

Te escribo para preguntarte


Te escribo para preguntarte
qué haces tú
cuando no puedes hacerte caso.

Cuando tu mente
no acaba de decir nada coherente,
tu cuerpo tiene peso muerto
y ni siquiera puedes sacudirte
las penas o los pensamientos.

Qué haces tú cuando el mapa
está en un idioma extranjero
y no entiendes los símbolos
que deberían mostrarte el camino.
Cuando tus ojos están resecos y cansados
y parecen no querer ver,
pero los cierras y tampoco puedes dormir.

Cuéntame qué haces cuando
te han echado una mano
y no sabes qué hacer con ella.
Cuando,
estando con personas todo el tiempo,
te sientes sola,
porque eres consciente de que

esta es tu batalla.

Estoy sangrando,
lloro a mares,
y tengo sueños
que no sé descifrar.

Tengo esperanzas
que no sé si me empujan
hacia un precipicio,
o hacia la cima de una montaña.

Hoy te escribo para pedir consejo,
para sacar el llanto de mi corazón.
Te escribo para pedir ayuda,
una ayuda que no sé darme yo.

Hay versos que nunca leeré en voz alta
porque me ahogaría en mis lágrimas
y asustaría al interlocutor.

Hay versos como bisturíes
con los que me opero
y, tras unos días,
me siento mejor.