viernes, 23 de febrero de 2018

Ese día

Ese día ella encontraba paz en lo que otros llamarían una algarabía. Escuchando rock garabateaba, bebía zumo y escribía. De repente, un ser extraño fijó en ella su energía, y en cuanto le dirijió la palabra no tuvo duda alguna: La vida era un baile de máscaras, pero él no llevaba ninguna. Con la sensación de que todo había terminado comenzó esta historia cuya trama, aunque sencilla, dió más vueltas que una noria.

Desde el principio estuvo segura de que él era un mago que había transformado su vida en un fantasioso relato. Con trucos sin malicia y a la vista de todos demostró su pericia iluminando sus noches y ahuyentando a los lobos. Como buen maestro del escenario hacía uso de sus palabras mientras ella asombrada callaba. "Hablo demasiado", en una ocasión le dijo, y esa reflexión un dulce silencio produjo. Lo que después descubrió el mago es que cada verdad brillaba y ella cultivaba flores bajo el calor de sus palabras.

Así se pasaban las horas y se sucedían las apariciones mágicas. Cuando ella menos lo esperaba él salía de dentro de un cajón o de una caja. "¡Tachán!", decía su sonrisa, "¡Genial!", sonreía ella. Y se abrazaban alegres de compartir tiempo y espacio. Deprisa pasaba el tiempo si se sentaban al lado y si se echaban de menos pasaba muy muy despacio.

Y este cuento continúa, pues el final no se conoce. Quizá acabe pronto o nunca, sólo el destino lo sabe. Hoy ella y él siguen volando, haciendo magia y compartiendo lo que crean, lo que encuentran y todo lo que va surgiendo.


Estrellas en las mejillas.

Una vez conocí a un bonito ser en una playa. Cuando le encontré estaba sentado, sólo, mirando al mar. Me senté a su lado y, aunque estaba muy oscuro, en seguida me dí cuenta de que su piel era azulada y, a medida que bajaba la mirada, vi que por su cintura se tornaba verdosa hasta llegar a sus pies verdes alga. Tenía en la mirada una mezcla de tristeza y esperanza y, sin mirarme siquiera, me saludó y me contó con voz muy queda que estaba frustrado por que le fascinaban las estrellas, y sabía -decía -que nunca, nunca jamás, las podría tocar. Era tal su deseo, que se había quedado allí esperando por que una vieja canción marinera decía que algunas noches los pescadores veían estrellas que caían al mar.

Estuve escuchando su historia hasta que de pronto se volvió para mirarme y me fijé en que la cara le brillaba. Tienes pecas, le dije, y me miró extrañado. Entonces le acerqué un pequeño espejo que tenía guardado por casualidad y le alumbré con mi mechero. Al hacerlo, miles de diminutas estrellitas blancas y relucientes destellaron en sus mejillas. En unos segundos se había disipado su tristeza, me miró con sus ojos grandes y una luna creciente surgió de su boca. En ese mismo instante empezó a levitar, ¡lo juro! Poco a poco, su cuerpo se estiró hacia el cielo y se elevó dando carcajadas. ¡¡¡Gracias!!! - Gritaba mirando al cielo.- ¡Gracias! - Gritó mirándome a mí. Nunca más le volví a ver, pero aun me siento feliz por que cumplió su sueño y la vida me permitió ser una pequeña parte de su historia de ascensión.

Ahora, si su historia te ha provocado la más mínima mueca en la comisura de los labios, ve corriendo a un espejo; a lo mejor te sale una estrellita en la mejilla, o hasta puede surgir una luna creciente de tu boca.

jueves, 1 de febrero de 2018

Yo soy mujer

Yo soy mujer, y como mujer cincelo 
los corazones y me preocupan 
las cuestiones del alma y del pensamiento.
En el mismo día nazco, gano
pierdo, muero, y siempre aprendo.

Miro con ojos que henden
las apariencias y el cuero,
aunque también me acicalo 
y con la belleza me enciendo.

Yo soy mujer,
y aunque pudiera no serlo,
hoy me siento bendecida
en este singular encuentro.

Encuentro que une dos cosas;
no cosas, si no elementos:
Mi alma brillante y graciosa
y mi ágil y activo cuerpo.

En armonía me exploro
y en armonía me crezco.
En armonía, a pesar de
las borrascas que encuentro.