Pero ayer tuve problemas técnicos; una grieta en mi aljibe dejó en evidencia mis dotes como ingeniera. Una brecha que traté de tapar con mis manos de manera inútil y ridícula, perdiendo agua, perdiendo tiempo e incluso, si me pongo dramática, perdiendo entre los dedos la dignidad. Y es que mis sentimientos son como el agua; tan fértiles y transparentes, como escurridizos e insurrectos: Me son casi imposibles de contener.
Sospecho que esta avería es en parte culpa tuya, que has picado la piedra de mis muros con tus manos y con tu lengua mientras dormía y ahora que mis aguas se desbordan te haces el sorprendido. Y te has ido sin decirme qué hacemos con este campo encharcado, con esta inundación pequeñita, para que no se convierta en una ciénaga mal oliente de esas que atrapa los pies en sus lodos.