Descubro sentimientos que olvidé mal doblados en el fondo de mi ajada maleta. Es uno de esos días en que siento un nudo en el pecho y, sin motivo aparente, vomito amor. Siento que mi ser se divide en infinitas piezas: Algunas se las tragan el tiempo y el olvido; otras, quedan en contínua subdivisión.
Me embebo de estímulos palpitantes, que turban mi alma y la hacen querer salir de mi boca como sale un recién nacido del cuerpo de su madre. Reboso sentimientos puros, y es insoportable. Me siento limitada corporalmente, esta acumulación es tan fuerte que lo físico limita mi expresión. Quizá me calmaría si pudiera explotar en un vórtice de colores infinitos, donarme a la naturaleza en forma de luz y excarcelar ese poder inefable, esa capacidad dichosa de intuir la fuerza.
Me pregunto si sus fachadas ocultan las mismas vivencias, pero dudo que exista una quimera de tal magnitud. Mientras más me encuentro a mí misma, más me difumino donde no existe la idiosincrasia. Esa realidad que intento desempañar.
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ƸӜƷ