2011.03.22

Que me guíen las flores de cerezo hasta la primavera mientras nos arrastra el viento,
que los corazones que no habitan en mi duelen más que el que tengo en el pecho,
que es tiempo de florecer y mi cuerpo apunta a un inminente invierno,
que me arranco la piel y en los jirones veo recuerdos.
Pasan las horas y mis ojos desembocan sus lágrimas en el mar salado,
pasan los días y mi pecho se haya totalmente acorazado.
Las heridas de la piel puede curarlas cualquiera,
las demás quizá no haya nadie que pueda.

[Las alas que me dibujaste tienen el color del mar en verano,
como aquel en que al caer encontré tu firme mano,
como el que inspiraba en mi mente tu sincera sonrisa
y como la brisa que pisa de quererte mi prisa] (Para Ana)