Oye mar,
que me pasaba las horas mirando su carita era un secreto. Ella era un solo de saxo, un desgarrador fado, su cadera se confundía con la curva del interrogante y su mirada parecía no tener fondo. Era la luna llena, que se enamora del lobo. El corazón ajado. Un diente de león despistado.
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ƸӜƷ