Sería tan bello que los viajeros
intercambiasen sus historias,
que se deshiciesen en sentimientos puros
y sinceras palabras.
Desconocidos que abrieran su pecho
e intercambiaran hechos,
que rompieran a llorar o a reír
poniéndose en la piel del otro.
No volver a verse luego,
porque el aprendizaje dura
lo que tarda el transporte en finalizar su ruta.
Y despedirse sabiendo
que fue breve pero intenso.
Y que aprendieron más en ese encuentro
que en los años de colegio.
La meta es aprender de otros caminos,
porque el nuestro
tenemos toda la vida para descubrirlo.
Ser más humanos,
y en un pequeño gesto
mejorar el mundo
expirando amor.
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ƸӜƷ