A veces dan ganas de esconderse hasta sanar. Para no mostrar las heridas ni la falta de brillo. Por no sentirse suficiente, y que todo el mundo te recuerde en tu mejor momento. Pero son las hojas y su baile en las copas de los árboles, y el Sol, y las miradas de la gente lo que ayudará a sanar. Salir a bailar, aunque duelan las mejillas de llorar y las rodillas chirríen oxidadas. Son los abrazos, y las amigas, los perritos desconocidos, las abuelas que sonríen por la calle, y los helados de los domingos los que poco a poco constituyen el esqueleto de un fénix renacido.
sábado, 29 de abril de 2023
Un fénix renacido
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ƸӜƷ