viernes, 23 de febrero de 2018

Estrellas en las mejillas.

Una vez conocí a un bonito ser en una playa. Cuando le encontré estaba sentado, sólo, mirando al mar. Me senté a su lado y, aunque estaba muy oscuro, en seguida me dí cuenta de que su piel era azulada y, a medida que bajaba la mirada, vi que por su cintura se tornaba verdosa hasta llegar a sus pies verdes alga. Tenía en la mirada una mezcla de tristeza y esperanza y, sin mirarme siquiera, me saludó y me contó con voz muy queda que estaba frustrado por que le fascinaban las estrellas, y sabía -decía -que nunca, nunca jamás, las podría tocar. Era tal su deseo, que se había quedado allí esperando por que una vieja canción marinera decía que algunas noches los pescadores veían estrellas que caían al mar.

Estuve escuchando su historia hasta que de pronto se volvió para mirarme y me fijé en que la cara le brillaba. Tienes pecas, le dije, y me miró extrañado. Entonces le acerqué un pequeño espejo que tenía guardado por casualidad y le alumbré con mi mechero. Al hacerlo, miles de diminutas estrellitas blancas y relucientes destellaron en sus mejillas. En unos segundos se había disipado su tristeza, me miró con sus ojos grandes y una luna creciente surgió de su boca. En ese mismo instante empezó a levitar, ¡lo juro! Poco a poco, su cuerpo se estiró hacia el cielo y se elevó dando carcajadas. ¡¡¡Gracias!!! - Gritaba mirando al cielo.- ¡Gracias! - Gritó mirándome a mí. Nunca más le volví a ver, pero aun me siento feliz por que cumplió su sueño y la vida me permitió ser una pequeña parte de su historia de ascensión.

Ahora, si su historia te ha provocado la más mínima mueca en la comisura de los labios, ve corriendo a un espejo; a lo mejor te sale una estrellita en la mejilla, o hasta puede surgir una luna creciente de tu boca.

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ƸӜƷ