¡Estiro, estiro, estiro y estiro los brazos!
¿Qué toco? ¡Nada! ¡Me encanta!
No siento el frío de las cadenas ni su peso,
¿y mi pecho? Mi pecho ya no tiene un nudo dentro.
Mi sonrisa es tan grande
que la comisura derecha de mi boca
casi se junta con la izquierda
dándole una vuelta completa a tooodo el globo terráqueo.
¡¡¡PUM!!!!
La magia cayó al suelo como un fruto de un árbol,
pero sin esa belleza, claro,
y tu mirada ya no se encuentra con la mía
porque estoy entretenida observando.
Escucho a las aves cantar y siento
los rayos de sol que mi piel calientan.
*Poema publicado por primera vez en este blog en 2012. Recreado en 2017.