Veinticinco a mis espaldas y no sé cuidarme;
me confundo entre descansos y obsesiones,
me descalzo entre cristales y algodones,
me mareo entre los bailes y los golpes.
Veinticinco a mis espaldas y no sé callarme;
me derrito o me prendo en sus palabras,
me desquicio o las olvido como si nada.
Me preocupo por todo, me ocupo de nada.
Me siento una niña y me da inseguridad.
Un cuarto de siglo, y sólo sé que mi ignorancia
crece, mi pelo se cana, mi ilusión me empuja,
y cada vez más, la palabra miedo es agua pasada.
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ƸӜƷ