Sus alientos derriten la escarcha
que en los caminos se agarra al pecho,
persiguen sus propias colas y se muerden
dulcemente como cachorros;
reclaman su independencia,
pero vuelven a la guarida.
Y así crecen en la manada
mis dichosos lobeznos, sabiendo
que nunca faltará una lengua
que quiera sanar su herida.
domingo, 22 de marzo de 2015
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ƸӜƷ