Yo meneaba una mano cerca de mi cara, como espantando moscas, intentando asustarlo y que se callara, mientras con la izquierda me sujetaba la cabeza. Con los ojos como platos observé el panorama: Tenía razón, era frágil, estaba manchado de humedad y algo resquebrajado, pero conservaba toda su belleza.
Suspiré y alargué la mano derecha. En cuanto lo rocé, pude ver cómo se precipitaban al vacío infinidad de porciones, haciendo el ruido que produce pisar una hoja seca. - ¡Te lo dije! ¡Déjalo como está! ¡Ay, ay! ¡Ya la has cagado lo suficiente! - Decía el pequeño monigote mientras se balanceaba colgando de los brazos.
Pensé en hacerle cosquillas en sus ridículas axilas,
o taparle la boca con un trocito de cinta adhesiva.
Pero no hice nada
y me quedé ahí sentada,
con la misma postura, pensando
mientras observaba
el paronama.
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ƸӜƷ