El amor (no) es.

El amor no es una relación de noviazgo, no es un gesto altruista, no es una pesada carga que deba portar una espalda entumecida. No es una cadena, ni una jaula. No es un aburrido juego con restrictivas reglas. El amor no es una muleta en la que apoyar nuestras penas. No es una camisa de fuerza, no es una mordaza en la boca. No es una religión con humillantes dogmas.

El amor, simplemente es. El amor fluye, se nutre, baila, sonríe, comparte. El amor está en las parejas y en los amigos, en la naturaleza, en la familia, en el arte. Está en una mirada, una sonrisa a un desconocido. El amor es ayudar a un anciano, a un adolescente, a un adulto, a un niño. El amor es comprensión y solidaridad. Es ser fiel a tu propia verdad. El amor es risa. El amor es caricia. Es energía renovable, fértil tierra, germinante semilla.

El amor vive en los detalles, y no en los regalos.
Vive en los besos y en los abrazos.
Vive en nosotros, aunque lo negamos.
Vive en los sueños. No nos conformamos.